jueves, 22 de julio de 2010

“Si no sales al bosque, jamás ocurrirá nada y tu vida jamás empezará”




-No salgas al bosque, no salgas- dijeron ellos.
-¿Por qué no? -preguntó ella.
-En el bosque habita un enorme lobo que se come a las persona como tú.
Pero, naturalmente, ella salió al bosque y, como era de esperar, se encontró al Lobo.
-Eso es mi vida, no un cuento de hadas-replicó ella-.
Tengo que ir al bosque y encontrarme con el lobo; de lo contrario mi vida jamás podrá empezar.
Pero el lobo que ella encontró había caído en una trampa, se le había quedado la pata prendida en un cepo.
-¡Socorro, auxilio! ¡Ay, ay, ay! -gritaba el lobo-. ¡Socorro, ayúdame y te daré la justa recompensa!- añadió.
Porque eso es lo que hacen los lobos en los cuentos de esta clase.
-¿Y cómo sé yo que no me vas a hacer daño?- le preguntó ella.
-Mala pregunta- dijo el Lobo-. Tendrás que confiar en mi palabra.
Sólo hay una pregunta que merece la pena hacer, hermosa doncella,

“¿dóoooooonde está
el
almaaaaaaaa?”

-Oh, lobo, voy a correr el riesgo. ¡Vamos allá!
Abrió la trampa, el lobo sacó la pata y ella se la envolvió con hierbas medicinales y plantas.
-Oh, gracias, dulce doncella, mil gracias- dijo el lobo, lanzando un suspiro.
Pero, como había leído demasiados cuentos que no debía, ella exclamó:
-Bueno, ahora ya puedes matarme, anda, terminemos de una vez.
Pero no fue eso lo que ocurrió. En su lugar, el lobo alargó la pata y se la apoyó en el brazo.
-Soy un lobo de otro tiempo y lugar- dijo. Y, arrancándose una pestaña del ojo, se la entregó diciendo- : Úsala y procura ser sabia. De ahora en adelante sabrás quien es bueno y quién no lo es tanto. Mira a través de mi ojo y lo verás todo con claridad.

Por dejarme vivir,
te ofrezco vivir como jamás en tu vida has vivido.
Recuerda que sólo hay una pregunta que merece la pena hacer, hermosa doncella,

“¿dóoooonde está
el
almaaaaaaaa?”
Clarissa Pinkola Estés

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